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Rated: 18+ · Book · Horror/Scary · #2349921

Supervivencia y miedo en una planta de agua tras el colapso del mundo y del alma humana.

#1101306 added November 12, 2025 at 8:01am
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Capítulo 15 – El Nuevo Orden
La primera noche completa bajo estructura comenzó a las 23:00 horas.

Turnos de tres horas. Equipos de dos hombres. Lin en comunicaciones y cámaras.

El horario era ajustado pero justo: Wolf y Rourke al norte, Hawk y Burns al sur, Stacks al oeste con Neal rotando entre zonas. Yo me quedé de guardia en la armería con Lin, vigilando las pantallas mientras el zumbido de los generadores llenaba el silencio.

La planta había cambiado desde la llegada del convoy.
Había orden ahora: patrullas moviéndose como relojes, radios vivos cada quince minutos con reportes de estado.
Norte despejado. Sur estable. Línea de cerca firme.
Las voces eran seguras, disciplinadas, como si la rutina misma pudiera evitar que el mundo volviera a caer en la locura.

La ausencia de Mark seguía allí, como una frecuencia perdida en el zumbido.

A las 02:00, dejé a Lin mirando las pantallas y salí al patio.
El aire estaba tibio, pero limpio, y abierto ahora que la niebla se había disipado.
La luna colgaba baja, blanca sobre los tanques, y el crujir de las botas en la grava sonaba como susurros.

La voz de Wolf llegó desde el puesto norte.
—Rotación en diez, RJ.

—Copiado —dije—. ¿Alguien necesita relevo?

Rourke levantó la mano, frotándose los ojos.
—He estado despierto desde ayer. Si está bien, me recuesto primero.

—Ve —respondí—. Dos horas, máximo.

Asintió, entregó su rifle a Stacks y se alejó hacia los catres.
Los demás nos quedamos en silencio, vigilando la línea del bosque.
La quietud tenía peso—densa, expectante, como el aire antes de una tormenta.

A las 3:18, la tormenta llegó.

El suelo tembló primero, suave como un aliento.
Luego los tanques metálicos empezaron a vibrar—un murmullo bajo que subía por las suelas de nuestras botas.
Las luces parpadearon dos veces.
El zumbido se profundizó.

—¡Pulso! —la voz de Lin estalló en los radios—. ¡Repito, pulso entrante!

—¡Protección auditiva! —ordenó Neal, su voz cortando el aire.

La onda golpeó fuerte.
La vibración se extendió por el concreto y los huesos, volviendo el aire algo vivo.
Duró un minuto con diez segundos—suficiente para sacudir cada perno en las paredes.

Luego, silencio.
Rápido. Violento.

El primer grito lo rompió.

Agudo, desgarrado, casi humano.
Luego otro. Y otro más.
Venían del bosque al norte de la planta, el sonido de algo intentando recordar cómo hablar.

—¡Movimiento en la cerca norte! —gritó Lin—. ¡Múltiples firmas de calor, moviéndose rápido a lo largo de la línea!

Wolf apretó su rifle.
—Tengo visual—la línea de árboles se mueve.

—¡Fuego contenido! —ordenó Neal—. ¡No disparen a menos que crucen!

Los chillidos aumentaron, reptando por el perímetro.
El metal crujió.
Algo, más allá de las luces, arrastró garras—o algo parecido—por los eslabones de la cerca.
Saltaron chispas, naranjas, fugaces.

Dentro, el caos se propagó—niños llorando, padres gritando sobre el ruido.
Corrí al cuarto de control donde Alex se agachaba junto a Gabriel y los otros, envolviéndolos en mantas.

—Está bien —susurraba, meciendo a Marie—. Solo es ruido, mija.

Gabriel se aferró a ella.
—Suenan más cerca.

—Lo están —dije en voz baja—. Pero no pasarán.

Alex levantó la vista, buscando en mi rostro.
—¿Cuánto va a durar?

La radio volvió a crujir.
La voz de Lin era delgada, tensa.
—Los gritos se mueven por la línea de la cerca—unos doscientos metros entre cada grupo. Sin brechas por ahora.

Neal habló con calma.
—Mantén visuales. Si se sincronizan con el pulso otra vez, marca las horas.

—Copiado.

El ruido no se detuvo—solo migró.
A veces cerca, a veces lejos, girando alrededor del perímetro como una cacería lenta.
Cada pocos minutos, la cerca se sacudía con golpes sordos que hacían temblar las cámaras.

Nadie durmió.

A las 04:00, había pasado más de una hora desde el pulso.
Los chillidos seguían, subiendo y bajando en un ritmo roto.

1:23.
Eso fue lo que duró antes de apagarse.

Cuando finalmente callaron, lo único que quedó fue el tic leve de los reflectores y la respiración entrecortada de los hombres aún aferrados a sus rifles.

La voz de Neal rompió el silencio.
—Reporten.

Wolf:
—Línea norte despejada.

Stacks:
—Oeste despejado.

Hawk:
—Sur estable.

Lin:
—Todas las cámaras firmes. Sin brechas.

Alex se sentó contra la pared, los niños dormidos en sus brazos.
Sus ojos permanecían abiertos.

—Nos están probando —dijo en voz baja.

—Sí —respondí—. Y están aprendiendo.

Aun en el silencio, podía sentirlo: el zumbido enterrado bajo el concreto, más lento ahora, como si descansara entre respiraciones.

Afuera, la luz de la luna brillaba sobre la cerca donde antes la niebla lo cubría todo.
El suelo seguía temblando, leve pero constante.

El nuevo orden había comenzado.
Y en algún lugar, entre esos árboles oscuros, el siguiente ya estaba esperando.
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