Allí estaban los tres, los dos chicos y tú, su nuevo esclavo de pies al parecer.
Goten: Vamos esclavo, a que esperar? Saca nuestras botas, AHORA!
Tú lo haces de inmediato por el temor que te transmitía el pequeño, sabías de lo que era capaz y no querías enfadarlo.
Al quitar sus botas notas que los pies de trunks desprender un olor mucho más fuerte que el de su amigo, tú intuyes que es por el simple hecho de ya haberle adorado un poco los pies a Goten.
Te quedas mirando detenidamente que trunks no lleva calcetines, al parecer era un motivo más de porque sus pies olían tan mal.
Trunks: Oye perrito, empieza ya si no quieres enfadarme, mis pies me están matando.
Observaste los pies del pequeño, eran no muy anchos, en la parte de debajo de sus dedos tenía dos callos, debía de ser por sus peleas, sus dedos eran pequeños y entre ellos había un poco de suciedad.
Tú te acercaste poco a poco a su pie derecho y empezaste oliendo, eran los pies más olorosos que habias probado nunca, después de unos minutos aspirando ese aroma tan agradable para tí empezaste a lamer como si se te fuera la vida en ello, lamiste por su talón, después subiste hacia su arco para luego acabar en esos dedos que tan jugosos te parecían.
Trunks: No olvides lamer entre mis dedos, tiene mucha suciedad, quiero que lo dejes reluciente, ah y no te olvides que todavía te queda mi pie izquierdo, nos lo vamos a pasar muy bien...
A ti te daba igual, podías estar todo el día a esos pies, adorandolos.
Tú simplemente seguiste con la adoración, hasta que de repente se escuchó un golpe en la puerta.
Mai: Hola chicos, que hac-
Goten: Ups, nos pillas en un mal momento jajaja.
Trunks: H-Hola Mai, c-como estás?
Dijo el pequeño sonrojado.
Mai: No me lo creo...