Era un sábado por la mañana cuando Juan se levantaba de la cama de forma perezosa. Se estiraba, como solía hacer cada mañana, y se acercaba al espejo, que tenía en el cuarto.
Cuando llego, empezó a analizarse como hacía todas las mañanas cuando se levantaba. Juan veía a un chico de estatura normal para su edad, tenía 17 años; pelo corto y negro, que estaba en ese momento algo arremolinado y que tenía que arreglárselo cuando pasará al baño; y delgado, bastante la verdad, cosa que no le gustaba nada y siempre estaba intentando ganar unos kilos de más ya fuera comiendo o en el gimnasio.
Ya después de haber hecho su control matutino delante del espejo, salió del cuarto y se dirigió a la cocina donde se encontraba su madre Ana, una mujer de unos 40 años, de pelo largo, hasta los hombros, ondulado y castaño y con un cuerpo delgado, sin marcas de haber tenido dos hijos y que además no sobresalía mucho; y su hermano pequeño David, que tenía 6 años y que apenas llegaba a la mesa para desayunar.
-“Buenos días mamá.”- Dijiste a tu madre de forma educada. A continuación miras a tu hermano y le dijiste de forma seca. - “Enano”.
-“Hola cariño”. – Contestó su madre con una voz dulce y amable.
-“Mmm”. – Respondió tu hermano con desgana.
A continuación Juan se acercó a la mesa y se unió a su hermano con el desayuno.
Mientras estabas desayunando, su madre aprovechó para salir y recoger el correo del día anterior. Cuando volvió, llevaba consigo un paquete, que era un poco más pequeño que una caja de zapatos.
- “Juan, cariño, esperas algo hoy”. – Preguntaba su madre cuando se sentó en la silla.
- “Puede ser mamá, hace una semana pedí una cosa por Amazon” – Respondió Juan a su madre
- “Entonces este paquete tiene que ser para ti”. – Dijo su madre dejando el paquete sobre la mesa.
Juan miró el paquete que su madre había dejado encima de la mesa, le sorprendió de que era muy grande para un juego que pidió hace una semana, pero no dijo nada al respecto.
Acabó el desayuno como si nada y a continuación cogió el paquete y se lo llevo a su cuarto para abrirlo.
Ya allí, se sentó en la cama y empezó a abrir el paquete.
Cuando lo abrió, vio que en su interior había un mando de televisión.
- “Pero que cojones…” – Dijo sorprendido Juan al ver el mando. – “Esto no es el juego que pedí”
Miró los papeles que venían con el mando y empezó a leerlos.
Estimado Juan
Le vamos a hacer entrega de nuestro último invento EL MANDO UNIVERSAL, capaz de cambiar todo lo que deseas.
Este mando le permite cambiar de cuerpos con alguien, cambiar la cabeza, cambiar personalidad e incluso cambiar las características de alguien, esto último lo que hace es cambiar una cualidad de una persona con otra.
Este mando lo que hace es cambiar la realidad, así que nadie se dará cuenta del cambio. La única forma que la persona se dé cuenta del cambio que se ha hecho es conociendo el mando.
Esperemos que disfrute de este objeto único en el mercado.
Un saludo
Empresa Munix
Tras leer la carta varías veces, Juan saco el mando de la caja y empezó a analizarlo. Era un mando, como el de la televisión, pero con la diferencia que tiene menos botones y que en cada botón había una inscripción diciendo lo que hace, Cuerpo, Cabeza, Personalidad y Características.
Juan pensó que esto era una broma, además nunca había escuchado la empresa ‘Munix’, pero aun así, decidió probarlo, ya que no perdía nada.
Juan probó: