Al acercarse al castillo, el valiente Robert observó que no habÃa ningún guardia, que el puente levadizo estaba bajado y el rastrillo levantado. Confiado, entró en el patio. El castillo parecÃa desierto.
Mientras su fiel escudero llevaba su caballo hasta las caballerizas del castillo, Sir Robert decidió acercarse a la torre del homenaje en busca de información sobre la bruja Morgana.
Se abrió una puerta y una dama descendió por la escalera que llevaba de la torre al patio. Llevaba una larga cabellera rubia y un vestido azul celeste. Sir Robert notó turbado que sus pechos estaban extremadamente desarrollados y que, con cada escalón que bajaba, estos parecÃan querer salirse de su ceñido vestido.
Cuando ella se acercó, al tener tan de cerca esos inmensos pechos, Sir Robert no sabÃa como reaccionar. Se encontraba como hipnotizado. Se quedó sin palabras cuando la dama le plantó un húmedo y apasionado beso. Era como si su fuerza y su determinación se hubieran disipado.
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