Piensas en tus opciones, que son infinitas, y sabes que podrÃas obligar a cualquiera a ser tu novio. Pero en realidad, crees que será más divertido si todos conservan su personalidad normal. De todos modos, sabes que nadie va a poder interponerse en tu camino.
Sientes como Iván se retuerce indefenso en tu puño e imaginas que aún será más divertido si son más de uno. VÃctor y Richard, que siempre te han gustado, serÃan ideales. PodrÃas hacerlo en cualquier momento, pero si no quieres llamar demasiado la atención, de momento, mejor esperar a que termine la clase. De todas formas, con solo desearlo, el tiempo se acelera y acaba la clase justo entonces. Todos salÃs al patio del instituto. Ves montones y montones de chavales con sus mochilas y sabes que a no tardar mucho, todos ellos serán tus juguetes.
Pero de momento te concentras en tus amigos y te excitas sólo con imaginar la de cosas que podrás hacer con ellos. Como no tienes nada que perder, decides hacer primero un pequeño experimento. Quieres ver cómo reaccionan cuando les digas que te gustan. Les pides que te acompañen a un lugar apartado en un parque porque les quieres enseñar algo. Os sentáis alrededor de una mesa de picnic y abres la mano para dejar al pequeño Iván encima de la mesa. El chiquitÃn, de unos 6 cm de alto, cae de culo y tus amigos abren los ojos como platos sin creerse lo que están viendo. Tú les dices que te lo has encontrado asÃ, para que no sepan que tienes poderes de momento.
Ellos están realmente alucinados pero VÃctor dice que es genial tener asà al gamberro de la escuela. Entonces tú agarras de nuevo a Iván y con facilidad le quitas la camiseta.
- ¿Lo veis? Ahora no es nada para nosotros. Fijaros en el tamaño de su camisetita jajaja. Es más pequeño que un muñequito y podemos hacerle lo que queramos sin que se pueda defender.
- Quiero ver cómo le ha quedado el rabito de pequeño jijiji - dices para ponerlos a prueba.
Ellos siguen extrañados y más aún cuando le bajas el tejano y te pones a apretar el bultito de sus diminutos genitales con la yema de tu dedo. Richard te dice que pares y te das cuenta de que no puedes contar con ellos por las buenas. Asà que con un pensamiento decides finalmente encogerlos al tamaño de Iván.
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