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Rated: XGC · Book · Fanfiction · #2328963

Sigue la historia de la vida de esclava de Toadette, y ya tiene el fetiche por los pies.

#1089043 added May 10, 2025 at 9:24am
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Capítulo 91 - Separan los caminos
—¿Así que la encontraste? —Todavía en el Ricachón Exprés y duchándose, Sofía sintió un pequeño alivio con las noticias de su prima—. ¿Qué anda haciendo esa niña hasta allá, Minh-Minh?

—Pues dice que tú eres la que no la dejó ir a esa convención.

—Sí, porque estoy trabajando. No es como que nuestra abuela pudiera llevarla, y sólo me la mencionó un día antes de su huida. Culpa mía por no poder planear esto en veinticuatro horas.

—¿Un día? —Minh suspiró—. Ay, y aquí me tenía pensado que eras bruja.

Sofía gimió, reflexionando sobre cómo había cambiado su vida desde que se convirtió en la tutora legal de Yasmín. Aunque la niña les daba problemas a sus padres como cualquier niño normal, cada año con Sofía parecía hacerla más tonta en la toma de decisiones.

—Mira, te la mando para Villa Preciosa tan pronto como pueda —aseguró Minh—. Yo misma la voy a escoltar.

Justo entonces recibió Sofía un mensaje.

—Te escucho… —Entrecerró los ojos a la pantalla—. ¿Y cómo va esa búsqueda de estrellas? ¿Alguna suerte en esa ciudad arcoíris?

—Acabamos de conseguir nuestra segunda estrella. Ya son tres en total, contando la que se llevó Wario. Pero nuestro radar se descompuso ahora, así que estamos un poco en aprietos.

—Oye, dos contra uno suena a victoria para mí, Minh-Minh. Tengo curiosidad por saber qué vas a pedir cuando consigan las nueve.

—Pero… Sofí, ¿alguna vez te dije que eran nueve?

—Sí, obvio. —Sofía sonrió—. Relájate, pues no es como que alguien que no se llame Wario las esté buscando.

—¿Tú qué pedirías? Ya sabes, si pudieras.

Saliendo de la ducha, Sofía tarareó una melodía. Casi termina la llamada, pero luego habló.

—Regresar a mamá y papá sería mi prioridad. —Comenzó a ponerse su pijama—. Pero si eso no fuera posible, pensaría en asegurarme de que todos tengan pareja en su vida. Bueno, la mayoría de la gente.

—Eso es aterrador —admitió Minh sin rodeos.

—¿Qué? ¿En qué mundo eso es aterrador?

—Algunos prefieren estar solteros, Sofí. Y sólo porque dos personas estén en una relación no significa que sean automáticamente felices. La cantidad de rupturas de preparatoria que he visto es más alta que la cantidad de novias que tú has…

Sofía esperó, haciendo puchero.

—Sabes a lo que me refiero, ¿verdad? —preguntó Minh, su tono más sueve.

—Discrepo firmemente de tu opinión. —Ya vestida, salió de su cabina del tren—. Trae a Yas cuando puedas, y le voy a poner fin a esta jalada de andarse escapando de una vez por todas.

—Que no seas tan dura con ella. Buenas noches, Sofí. —Y terminó la llamada.

Sofía pasó por el área del comedor que le era tan familiar y se dirigió a la parte trasera del tren. Allí estaba Casey una vez más, el maquinista del tren.

—Buenas noches —dijo él, bebiendo chocolate caliente.

—Buenas noticias: encontraron a Yas —respondió ella, apoyándose contra la pared—. Aunque puede que tenga que tomarme otra semana libre este mes.

—¿Pasó algo?

—Trabajo extra. Cosas confidenciales. Muy secreto.

—Jeje. Lo próximo que me vas a decir es que eres una especie de espía.

—Nunca se sabe. —Sonrió.

Casey extendió su mano, ofreciéndole un sorbo de su chocolate caliente y humeante. Sofía casi dijo que no, pero al notar el punto donde sus labios habían rozado el borde de la taza, cambió de opinión. Se aseguró de que sus labios se encontraran exactamente en ese punto mientras saboreaba la bebida. Para cuando le devolvió la taza, estaba casi vacía.

—Uy… perdón.

—Por favor, como si me fuera a quedar en la bancarrota por chocolate gratis —se rió él, limpiando el chocolate de la boca de ella—. Estás tan animada que asumiría que ya no estás pensando en tu prima y esa como-se-llame.

—Toadette. —La sonrisa de Sofía se suavizó—. Está casi confirmado que son algo, y parece que Toadette también anda con un playboy. Pero ¿sabes qué? No me importa. Esas relaciones siempre están destinadas a fallar, y no le podría pasar a una persona más merecedora.

—Me alegraría por tu prima. Pero ¿quién te dijo que estaban juntas si Minh te dijo lo contrario?

—Digamos… —Sofía se tocó el bolsillo—. Digamos que alguien que conozco las estuvo vigilando de cerca en ese Festival de las Estrellas en Ciudad Champiñón.

***


—Despiértate, Penélope. —Toadette codeó suavemente el hombro de Penélope.

—Tú también, Yas —ordenó Minh, chasqueando los dedos—. Órale, levántense.

—¿No podemos quedarnos aquí un poco más? —preguntó Penélope, bostezando. Hizo que Toadette resoplara.

—¿Después de todo el lío que causaron, crees que se merecen diversión?

—Pero igual les conseguimos su estrella…

—No me importa si nos ayudaron a conseguirlas todas. No las voy a recompensar por desobedecerme. ¿Necesito recordarles el incidente del baño?

—Pero… —Penélope bajó la mirada—. Dejamos la llave debajo del tapete.

Toadette rodó los ojos. Sería más fácil discutir con una pared de ladrillos. Miró a Toad con incredulidad, ya que el único hombre en la habitación ya estaba medio metido en su abrigo de invierno.

—¡Nuestros vuelos salen temprano! ¡Muevan esos pies! ¡A paso veloz!

Su orden inmediatamente encendió una chispa en las chicas. Yasmín salió disparada de la cama, dirigiéndose directamente a cepillarse los dientes. No importaba lo femenina que sonara la voz del capitán Toad, la pura forma en que ladraba órdenes podía asustar a cualquiera.

—¿Debería esposar a la prima cabecilla? —le preguntó a Toadette.

—No, no, no. Si me hubieran hecho eso a mí de niña, me habría dado un ataque de pánico.

—No son tan traumáticas —se rió él. Pero luego le dio otra mirada a Toadette, notando lo seria que estaba su cara—. Espera. ¿Tú tienes lo mismo que ella?

—¿Por qué te da tanto miedo decir la palabra? Sí, tengo autismo.

—Guau. Me hubieras engañado. Te comportas tan…

—Gracias. He aprendido. —Ella sonrió—. Me tomó años, pero puedo imitar mayormente cómo se comportan los demás. Desafortunadamente es imposible que algunos logren entender…

Toadette retrocedió cuando algo duro le golpeó en la nariz. Vio una sandalia deslizarse por el frío suelo. Su dueña estaba a cierta distancia, mostrando los dientes a la adulta.

—¡Minh, agarra a tu prima antes de que la destroce!

—Ni siquiera te estaba insultando, Yas. ¿Cuál es tu problema? Discúlpate. —Y cuando Minh no obtuvo respuesta, pellizcó a la niña por el hombro, repitiendo lo mismo.

Sin embargo, Yasmín simplemente agarró su zapato y guardó silencio

—Sofía es una tutora estupenda, ¿eh? —Toadette se mordió las palabras para no decir algo más fuerte, sabiendo que sería demasiado para Minh—. Si ustedes se quedaran en Villa Preciosa por el resto de sus vidas, le harían un favor a todo el mundo. ¿Acaso haces algo útil?

—Ya basta, Toadette —dijo Minh.

—He sido muy simpática con esta niña todos estos años, y ella es tan irrespetuosa.

Toadette recordó una época en la que Yasmín era una niña autista bastante normal. Un poco retraída, pero aún con respeto básico. Sin embargo, algo cambió hace unos años. La causa lógica fue la muerte de sus padres, pero aun así, ¿por qué eso solo haría a Yasmín más agresiva? Un minuto era dulcemente introvertida, y al siguiente era el tipo de persona callada que la gente temía: esa que podía causar estragos en una escuela si la provocabas.

«Bueno, pensando en quién la está criando, no debería sorprenderme», pensó ella.

—¿Qué es un autismo? —preguntó Penélope, inclinando la cabeza.

—Es la razón por la que la señorita Toadette es una maestra de la planificación, pero también está loca —respondió Toad, saludando a su amiga enojada—. Sólo hace que las personas sean diferentes, niña, nada más.

Penélope y Yasmín intercambiaron miradas incómodas. Penélope parecía estar tratando de perforar el alma de Yasmín, mientras que Yasmín estaba roja de vergüenza.

Si ella y Toadette compartían el mismo rasgo, entonces, ¿por qué Yasmín no demostraba la competencia de Toadette cuando se trataba de hacer planes? También era más torpe en comparación con Toadette y sus precisas habilidades acrobáticas.

«Tal vez adquiera esas habilidades cuando sea adulta», pensó.

Yasmín pensó que Penélope dejaría de mirarla en algún momento. Pero Penélope no podía apartar la vista de ella, por más que lo intentara. Toad arqueó una ceja mientras observaba la escena. Cuando vio que el color de la cara de Penélope cambiaba, soltó una risita.

—¿Qué? —preguntó ella—. ¿Qué le hace tanta gracia?

—Nada, niña.

Cuando él salió, los ojos de Penélope volvieron a Yasmín. Cuatro minutos de mirarla sin parar la estaban volviendo a Yasmín. Esforzándose por evitar otro arrebato, recurrió a algo asqueroso.

Extendió las piernas, ofreciéndole a Penélope una vista de las partes más repugnantes de su cuerpo: sus pies cubiertos de polvo.

Claro, Penélope ya había elogiado los pies de Yasmín antes. Pero las chicas se hacen cumplidos todo el tiempo. Quizá era raro en el caso de Yasmín, debido a su fealdad, pero en realidad Penélope estaba elogiando el trabajo que Minh le había hecho en las uñas.

Y sin importar el pasado, no había forma de que alguien con cerebro estuviera enamorado de los pies. Pies sucios. ¡Las plantas de los pies! Aparte de las personas con esas cosas raras de fetichismo de pies, ¿a quién le gustaba en serio esa parte del cuerpo?

Pero cuanto más segundos pasaban, más disminuía la cordura de Yasmín.

Penélope se acercó lentamente, como si los pies de Yasmín fueran dos imanes cubiertos de mugre. Observó en silencio ambas extremidades sin parpadear.

«¿Qué le pasa a esta chica?», se preguntó Yasmín. Movió los dedos. Luego aceleró el ritmo. Finalmente los dejó quietos. Todo esto sólo logró que Penélope temblara, y no parecía que estuviera temblando de miedo.

Desesperada, la chica champiñón se sentó con las piernas cruzadas en la cama, impidiendo que Penélope viera la mayoría de sus horribles pies.

Sólo que ahora Penélope la miraba a la cara. Yasmín se estremeció. De alguna manera era más incómodo que Penélope la mirara fijamente a los ojos que a los pies. Penélope estaba cruzando la línea de ser molesta a ser inquietante, especialmente porque el rubor en sus mejillas se volvía más intenso. Era tan intenso que Penélope se abanicó.

Cada segundo que pasaba hacía que Yasmín sintiera más vergüenza.

—¿Pasa algo? —La voz de Minh rompió la profunda tensión mientras volvía a entrar.

—Yas es muy mala para los concursos de no pestañear —dijo Penélope.

—¿Eh? —Yasmín hubiera deseado poder haber lanzado otra sandalia—. ¿Qué concurso?

—Quiero decir, parecías seguirme el juego. Al principio. —Penélope finalmente cerró los ojos—. Luego te rendiste y me dejaste continuar por cinco minutos.

Minh soltó una carcajada mientras Yasmín hundía el rostro en la almohada más cercana, gimiendo. Estaba tan derrotada que ni siquiera notó que sus plantas descalzas estaban de nuevo a la vista.

—Después de tu pequeño ataque a Toadette, digo que eso es justicia kármica —dijo Minh—. Buen trabajo, Penélope.

—Gracias, señorita. —El cuerpo de la niña tembló como perro mojado—. Sus pies… Usted hizo un trabajo increíble en las uñas de ella.

—Se las haría cada vez que viniera si no fuera tan sensible a que le toquen los pies —canturreó Minh, presionando las palmas sobre las plantas sucias de Yasmín.

Penélope tragó saliva, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

***


Sofía y Casey continuaron haciéndose compañía mientras avanzaba la noche. A pesar de la confianza de Sofía en que podía quedarse despierta para siempre, finalmente sintió que la parca del sueño se acercaba para llevársela a la cama. El joven maquinista tuvo que pincharla dos veces para evitar que se cayera contra la pared.

—Tienes que tomar más café —dijo, riendo entre dientes.

—Más de eso y se me apagan los riñones. Café con un paquete entero de azúcar.

—¿Azúcar? —Casey negó con la cabeza—. No, no, eso hay que tomarlo negro.

—¡Guácala! ¡Absolutamente no! El café negro sabe como la planta de un pie.

—Recuerdo que tus dedos sabían bastante deliciosos la última vez, ¿así que por qué es algo malo?

—Tu s’more le puso un montón de dulce —canturreó ella.

—Y estaba en la parte superior de tus pies, no la planta —cantó él de vuelta en falsete.

Antes de que Sofía pudiera continuar, oyó que alguien se acercaba.

—¡Hola, gente! —Alicia saludó a Sofía con la mano antes de dirigir su atención a Casey—. ¿Lo de siempre?

—Esta noche te daría el paseo por la espalda, pero no te voy a mentir: me están matando los pies —suspiró él.

—Exacto —se apresuró a decir Sofía—. Sabes que también soy capaz de pisarte la espalda, ¿verdad? Si de verdad te ayuda. Casey no tiene por qué…

—Preferiría mucho que lo hiciera él —respondió Alicia. Ahora tenía la mano puesta en su brazo—. Tiene esos músculos tan buenos y firmes, después de todo.

—Son apenas firmes —resopló Casey.

—Sé orgulloso de lo que tienes. Esto se siente rico… —Alicia sonrió de oreja a oreja, continuando a apretar sus bíceps—. Y si te duelen los pies, quizás te pueda dar un masajito en los pies. Debe haber algo de aceite en mi bolso que pueda usar.

A Sofía le dio un tic en el ojo. Por mucho que quisiera gritar, ¿qué lograría gritándole a Alicia? Lo mejor para ella era irse a dormir y quitarse de en medio de este escenario de «tercera rueda». Y, sin embargo, sus ojos estaban pegados a la escena. Observó cómo los dedos de Alicia cosquilleaban juguetonamente el costado de Casey, mientras ambos soltaban carcajadas.

Y entonces, en un instante, los vio. Fue por una fracción de segundo que vio a Toad y Toadette en ese mismo escenario.

Gruñendo, tiró de Alicia por el pelo y la arrojó al suelo. Nadie tuvo tiempo de reaccionar cuando Sofía asestó su primer puñetazo brutal en su cara. El sonido de sus huesos chocando resonó por todo el vagón, pero Sofía siguió sin parar. Le golpeó la boca de su compañera, le aporreó el pecho, le golpeó el cuello y atacó cualquier otra parte vulnerable.

—¡Para! —Alicia soltó un grito fuerte cuando su ojo recibió un golpe—. ¡Sofía!

—¿Qué está pasando? —Otros miembros del personal nocturno del tren corrieron hacia la escena. Se necesitaron tres de ellos para finalmente arrancar a Sofía de Alicia, cuyo ojo derecho se estaba hinchando mientras sus labios sangraban.

Todo fue muy rápido para Casey.

La adrenalina de Sofía no daba señales de disminuir, pues forcejeaba en el agarre de esos hombres. Era como sujetar a una gata salvaje. Se necesitó que Casey se interpusiera frente a ella para que dejara de intentar liberarse.

—¿Te has vuelto loca? —preguntó él.

—Perdón —balbuceó Sofía, dejándose caer al suelo. Los ojos se le llenaron de lágrimas—. Es que ahorita es un montón para mí. Estoy batallando con una hermana que casi se muere, me estoy matando en el trabajo, ¡y encima tengo problemas con mi prima! —Miró a Alicia—. Perdón, Alicia. No sé qué me pasó.

Alicia soltó un gemido suave.

—Todos… todos tenemos nuestros días malos…

—Sólo… ¡Ay, necesito estar sola!

Sin decir una palabra más, Sofía huyó a su camarote, cerrando la puerta con llave tras de sí. Dentro del pequeño baño, se apoyó contra el lavamanos, hiperventilando.

Pero entonces una pequeña sonrisa se deslizó por su rostro. Se ensanchó cuanto más veía la sangre en sus nudillos. Qué increíble se sintió poner a esa perra en su sitio, ya que siempre arruinaba sus noches con Casey. Ver el miedo en los ojos de Alicia mientras gritaba pidiendo ayuda hizo reír a Sofía entre dientes, y se secó las lágrimas de cocodrilo.

«Tocándolo… Ofreciéndolo masajes en los pies… Si quiere ver otro día, más vale que aprenda cuál es su lugar. Voy a ser la novia de…», pensó.

Pero su sonrisa desapareció. Lentamente se encogió sobre el lavamanos, sintiendo ahora un nudo en la garganta mientras las lágrimas volvían a brotar.

Por increíble que fuera haber herido así a Alicia, su lado lógico estaba reprimiendo el emocional. Cuanto más evidente era que Casey estaba perturbado por ella, más deseos tenía de tomar un cuchillo y apuñalar a todos los que estaban en el tren. ¿Cómo iba a conquistarlo ahora, justo después de haber atacado a alguien que él conocía desde hace más tiempo que a ella? A una amiga.

Se quitó el sombrero y se golpeó la cabeza contra el lavamanos, dejando escapar un fuerte sollozo. Apretó los dientes al pensar en esa maldita mejor amiga de Minh.

***


La camioneta de taxi, atestada con cinco pasajeros, se desplazaba rápidamente por la carretera hacia el Aeropuerto CN.

Toadette y el capitán Toad ocupaban los asientos del medio, haciendo su mejor esfuerzo por instruir a las niñas sobre cómo comportarse en público. Sin embargo, Penélope no estaba prestando atención. Sus ojos se desviaban constantemente hacia Yasmín, que estaba sentada a su lado en la parte de atrás, absorta en sus nuevos cómics.

Había dejado de intentar ocultar sus pies después de que Penélope hiciera esa confesión tonta sobre el concurso de miradas, así que estiró las piernas en el asiento. Sus dedos marrones asomaban por los bordes de las sandalias, y el corazón de Penélope se aceleró.

«Guau».

Con su DSi, Penélope inclinó cuidadosamente el dispositivo, intentando esconder el LED de la cámara en el resplandor de la luz del día. Y entonces fue como si los planetas se hubieran alineado; el cómic de Yasmín bajó un poquito, ella cerró los ojos, y de repente Penélope tenía una vista despejada de ella de pies a cabeza.

Aprovechando el momento, apretó con fuerza su dedo sobre el botón R.

¡CLIC!

El sonido resonó en la camioneta. Penélope se atragantó, tratando de ocultar el DSi, pero era muy tarde. Yasmín ya la estaba fulminando con la mirada.

—Bórralo, por favor —dijo, su voz calmada pero con un filo definido.

—Es que… —tartamudeó Penélope, buscando una excusa. Se apresuró al menú del DSi, abriendo un juego—. Estaba jugando Pokémon Blanco, y tiene está función de cámara. Sólo apreté el botón antes de que pudiera cambiar cuál cámara usaría.

Minh, en el asiento del pasajero, alzó una ceja. Podía oler la mentira a kilómetros de distancia. Pero Yasmín, la aficionada a los videojuegos, pareció creerlo, especialmente cuando Penélope le mostró la función de cámara del juego. Por supuesto, Penélope convenientemente ignoró el hecho de que el juego sólo tomaba video en vivo y definitivamente no requería un sonido fuerte cuando lo hacía.

Respiró aliviada. Ahora tenía la foto perfecta para contemplar durante el largo vuelo de regreso a Ciudad Toad.

En el aeropuerto, antes de que se separaran para sus vuelos, Toadette abrazó a Minh. Luego, sin pensarlo dos veces, besó a Minh en la boca.

—¡Toadette! —exclamó Minh, tratando de apartarse. Pero ya estaba hecho.

—Culpa mía. —Toadette se humedeció los labios. Cuando notó de Yasmín observaba, improvisó—. Sólo te estoy preparando para tu primer beso de novio de verdad.

—Ay, por favor, ese piquito apenas cuenta como preparación —replicó Minh de manera juguetona—. Nos vemos luego, cocodrilos.

—Ten cuidado allá —aconsejó Toad, estrechándole la mano—. Es posible que alguno de los matones del gordo te esté esperando en Villa Preciosa.

—Creo que tú y Toadette son sus objetivos principales. Yo estaré a salvo.

Minh agarró el brazo de Yasmín, jalándola. Yasmín miró brevemente a Penélope. Penélope saludó con la mano, con un nudo formándose en la garganta. Pero luego Yasmín se dio la vuelta, desapareciendo entre la multitud con su prima mayor. Cuanto más se alejaban las dos, más rápido latía el corazón de Penélope contra su pecho. Empezó a caminar hacia adelante.

—Ven, Penélope —dijo Toadette, tirando de ella hacia atrás—. Ciudad Toad es por acá.

—Sí, señorita.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Toad.

Penélope asintió, limpiándose una lágrima de su ojo izquierdo.



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Nota del autor:
Puede que éste sea el capítulo más corto de este arco. Quizás suba dos la próxima semana para compensar; sé que no es lo más coherente, pero al menos un capítulo el sábado, con algunos extras el domingo, garantiza que la historia no se alargue demasiado. Las acciones de Penélope en éste me son muy tiernas, y la semana que viene podrán ver algo de la vida familiar de Yasmín.
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