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Rated: XGC · Book · Fanfiction · #2328963

Sigue la historia de la vida de esclava de Toadette, y ya tiene el fetiche por los pies.

#1089509 added May 17, 2025 at 9:37am
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Capítulo 92 - Talones carnosos en Villa Preciosa
Incluso sin la gran cantidad de rascacielos que adornaban Ciudad Champiñón y Ciudad Neón, la marcada blancura de Villa Preciosa hacía que fuera fácil identificarla desde el aire. Era como si hubiera tomado más de la arquitectura clásica, con varios edificios de mármol rodeando el perímetro.

El pesado avión aterrizó, y en minutos Minh estaba acompañando a Yasmín a casa.

Yasmín se sonrojó por la vergüenza, como si fuera una niña a la que su madre pusiera de ejemplo en público. Bueno… no estaba tan lejos de la realidad, ya que Minh la agarraba del brazo con fuerza.

—Lo que me encanta de este lugar es que es tan plano —dijo Minh—. No hay que subir y bajar innecesariamente sólo para llegar a algún lado.

—¿No es lo mismo en Ciudad Toad?

—Sí, pero Ciudad Champiñón no. Siempre tengo que hacer ejercicio cada vez que estoy allá.

—Sigo deseando que viviéramos allá —suspiró Yasmín, mirando sus sandalias.

—Te entiendo. Pero al menos puedes decir que creciste en un lugar seguro, a diferencia de tu hermana y nuestros otros primos.

—Claro, cómo no. —No dio más detalles, incluso cuando Minh le pidió que lo hiciera.

Una vez que la mansión de marfil se hizo visible, una pequeña ola de tristeza golpeó a Minh. Después de todo, originalmente no estaba a nombre de Sofía. Cada vez que se acercaba, los pensamientos de sus tíos la inundaban. Pero con Yasmín cerca, tenía que mantener una cara alegre. Lo que era difícil para ella solo podía haber sido una docena de veces más difícil para Yasmín.

—Pensarías que Sofí finalmente invertiría en un sistema de seguridad para atraparte —se rio Minh, golpeando suavemente la puerta. Al no obtener respuesta, casi se rompe el puño contra la madera. Lentamente se abrió—. Buenas tardes, abuela.

Yasmín fue inmediatamente arrebatada del agarre de Minh.

—Niña, ¡cómo te atreves a dejarme preocupada por ti de esta manera! —La anciana tiró del pelo de Yasmín, haciéndola gritar de dolor—. Un minuto estoy cocinando. Al siguiente, dormitando. Luego tengo que andar por aquí preguntando si alguien te ha visto, ¡y nadie tiene respuestas! ¿Y qué hay de tu hermana?

—¡Abuela! —Minh apartó a Yasmín—. Ya le he gritado suficiente, ¿okay?

—Sólo lamento que tuviste que estar metida en esto, Minh-Minh.

—No es como si fuera a perder la oportunidad de ayudar a mi familia.

Yasmín se detuvo. ¿Se atrevería a mirar? ¿No podía simplemente quedarse quieta como una estatua y que la ignoraran? Tragando saliva, giró la cabeza.

Sofía entró, no bajando la velocidad al quitarse los zapatos y los guantes. Aunque Minh se interpuso entre las hermanas, Sofía la empujó, gruñendo. Luego hundió los dedos en el brazo de Yasmín y la arrastró como si fuera una pequeña muñeca.

—Ridículo. —Sofía empujó a Yasmín hacia el sofá antes de quitarle las últimas capas de ropa de invierno—. Todo lo que hago por ti, ¿y así me lo pagas?

—Lo siento…

—¿Ciudad Neón? ¿Con sandalias? —Sofía inmediatamente agarró los zapatos de Yasmín y los arrojó al otro lado de la habitación, casi golpeando a Minh—. Y después me enteré de que te metiste en una pelea en esa convención con un chico. Podrías haber muerto, y yo no habría sabido nada.

—¿Cómo supiste todo esto? —preguntó Minh.

—¿Qué?

—Te dije que estaba en el edificio. No mencioné nada sobre que se metiera en una pelea.

—Tu memoria te está fallando, Minh-Minh. —Sofía volvió a clavar su mirada en Yasmín—. ¿Qué te pasó?

—¿Parece que quiero ir de vacaciones a donde tú quieres? —escupió Yasmín, acercándose a Sofía. Pero Sofía rápidamente agarró a Yasmín por la muñeca, extinguiendo toda la agresión en ella. Yasmín se hundió de nuevo en el sofá—. Nunca puedo elegir lo que hago.

—¡Sacaste esto a relucir en el último minuto!

—¿En serio? Último minuto, hace un mes, hace un año, ¡no hubiera cambiado nada! ¡Siempre dices que no! ¡Porque todo lo que quiero resulta ser demasiado caro para ti!

—No me hables así.

—Carajo, sólo te enojas porque soy honesta. Qué típico.

—¡Yasmín! ¡No estamos en el mismo nivel!

—¡Cállate! ¿Por qué no le dices a Minh-Minh la verdad de por qué apenas salimos o hacemos cosas grandes? ¡Dile la razón por la que siempre actuamos como si estuviéramos en la ruina cuando en realidad somos superricas! —Empujó a Sofía, gritando mientras subía las escaleras a pisotones. Cerró la puerta con tanta fuerza que temblaron las paredes.

Sofía fue tras ella, pero Minh la detuvo antes de que pudiera.

—¿Así que de eso se trata? —preguntó.

—Y tú en verdad la estás escuchando —gruñó Sofía.

De repente, todo el extraño comportamiento que Yasmín había mostrado en los últimos años cobró sentido para Minh. Miró a su abuela.

—¿Usted sabía de esto?

—Sabía que había problemas, pero nada más. No ando investigando a los miembros de mi propia familia, Minh-Minh.

—Es un poco necesario cuando se trata de un niño —murmuró Minh. Volvió a dirigir su atención a Sofía—. ¿Qué está pasando?

Sofía se cruzo de brazos.

—Estamos llevando la situación. Estoy trabajando para mejorar mis finanzas.

—Sofí, estoy segura de que amas tu trabajo, pero servir comida no es la mejor forma de ganar mucha plata. ¿No puedes encontrar algo mejor con ese título tuyo?

—Tengo un segundo trabajo —admitió, sorprendiendo tanto a Minh como a su abuela—. Los detalles no importan. Pero así es como nosotras todavía podemos vivir aquí.

—¿O sea que cubre los gastos obligatorios? —preguntó Minh.

—Más o menos.

—¿Y entonces el dinero de mesera? Aunque no sea dinero de la realeza, sigue siendo de lo mejor que se puede ganar en ese rubro. ¿Adónde se va?

—Minh-Minh, con todo respeto, yo no te pregunto sobre tus finanzas…

—No me vengas con eso.

—¿Perdón? —La postura de Sofía se tensó—. Mira, no estoy para esto ahora mismo.

—Yas está bajo tu custodia. Lo siento muchísimo si estás estresada, pero yo… —Minh respiró hondo—. No me voy de aquí hasta que sepa cómo la estás manteniendo.

—Estoy gastando lo suficiente para mantenerla viva, ¿okay?

—¿Viva? —Minh explotó—. ¿De qué sirve estar viva si es miserable?

Sofía se agarró la cabeza, hundiendo los dedos en su sombrero. Aunque Minh no temía ser víctima de su violencia, retrocedió un par de pasos por precaución, especialmente mientras elegía sus siguientes palabras.

—Nomás porque te gastes un dineral en ropa lujosa no significa que los hombres te van a caer del cielo, Sofí.

—¡Minh-Minh!

—Ya eres hermosa. Y eres inteligente, mucho más inteligente de lo que jamás podré ser yo. En lugar de gastarte dos mil monedas en un abrigo, tal vez podrías gastar un poquito más en llevar a Yas de viaje.

Los hombros de Sofía se desplomaron.

—Claro, Minh-Minh.

—Me busco un hotel si quieres —respondió, sacando su celular.

—No será necesario. —Sofía pasó junto a ella, con los ojos entrecerrados. Especialmente cuando vio el fondo de pantalla de Minh: algo con sabor a Toadette—. Tampoco es como si pudieras pagarte uno aquí de todos modos.

***


Las vidas televisadas de los niños de la realeza siempre parecían tan lujosas y libres de consecuencias. Sin embargo, cuanto más tiempo permanecía Penélope con la cabeza gacha frente a su madre, más se sentía como cualquier plebeya.

—Obligaste a nuestro personal a abandonar sus deberes. —La voz de Peach era afilada mientras resonaban sus tacones—. Todo por una convención de juegos trivial.

Penélope sollozó, con la mirada fija en la alfombra bajo sus pies.

—¿Estos aparatos? Desaparecidos. Por tres meses. —Peach arrojó el DSi al cesto metálico—. Intenta otra payasada en ese tiempo, y verás lo indulgente que estoy siendo ahora.

Toadette observaba desde la barrera, sumida en sus pensamientos. Estaba demasiado familiarizada con este tipo de situación. Sólo que sus castigos iban desde no cenar hasta irse a la cama con cortaduras por todo el cuerpo.

«Al menos Peach se controla cuando se trata de su hija», pensó.

Justo cuando Peach tronó los dedos, llamando a guardias para escoltar a Penélope fuera del enorme dormitorio, Toadette se encontró dando un paso al frente.

—Alteza —empezó, con voz temblorosa—. Si me permite, pido permiso para llevar a Penélope conmigo en estas próximas búsquedas de las estrellas.

—¿Perdón? —Peach arqueó una ceja—. Premiar una desobediencia tan flagrante con diversión y aventuras no es muy sabio.

—Estoy de acuerdo. —Toadette le dio una palmadita en la espalda temblorosa a Penélope—. Pero quizás mantener a una niña encerrada sin nada que hacer tampoco es muy sabio.

Peach se alzó sobre Toadette, haciendo que se preparara. Casi se orinó anticipando la bofetada en la cara. En cambio, los ojos azules de Peach simplemente le perforaron el alma. Estaba pisando hielo peligrosamente delgado.

—Pensemos bien en esto, alteza —tartamudeó Toadette—. Tendrá una distracción menos si ella está conmigo. Usted puede concentrarse en sus deberes reales, sus apariciones públicas y todas las otras cosas que necesita, todo sin que Penélope ande por ahí causando caos.

—¿Estás insinuando que no puedo manejar mis responsabilidades y a mi hija?

—¿Cuál es la gracia de ser una princesa poderosa si no se va a hacer la vida más fácil?

Sin importar cuán convincente se creyera Toadette, Peach podía ver a través de su plan. Toadette quería proteger a Penélope de las consecuencias. Sin embargo, Peach tampoco podía negar que Toadette decía algo de verdad. Penélope sería una carga, sobre todo con la amenaza de Wario constantemente en la mente de Peach. Y si estuviera al cuidado de Toadette en estas aventuras, tal vez aprendería una o dos cosas sobre defensa personal. Una preocupación menos si decidiera escaparse de nuevo.

Levantando la nariz, Peach le dio la espalda a Toadette.

—¿Puedo asumir que la volverás tan talentosa en la lucha como tú?

—Ay, no creo que lleguemos tan lejos. —Toadette soltó una risita nerviosa, despeinando el pelo de Penélope—. Apenas sabe usar los objetos.

—Entonces, mientras nos encargamos del radar, deseo que le ensenes. —Peach señaló a Penélope—. Si eres mi hija, es hora de que empieces a demostrar lo que vales, ¿me has entendido?

Penélope asintió, secándose los ojos y sorbiendo mocos. Hundiendo a su rostro contra el pecho de su tutora, dejó escapar un pequeño gemido. Era como si se estuviera hundiendo más en Toadette mientras Peach la fulminaba con la mirada.

***


No había motivo para que Yasmín llorara. Despreciaba la humillante sensación de tener lágrimas en la cara, por lo que luchaba contra todo instinto de que una gota se escapara de sus ojos. Mientras la preadolescente mantenía el cuerpo pegado a la puerta, jadeando pesadamente, escuchaba el discurso de Sofía y Minh abajo.

«Gracias por defenderme, Minh-Minh».

Este momento no era más que un ejemplo de lo que encariñaba a Yasmín con su prima.

Mientras que otros la criticaban sin fin, Minh respetaba el estado mental de Yasmín. Nunca la trató como inferior o estúpida por ello. Y aunque a Yasmín le resultaba frustrante que su cariñosa parienta la regañara, se sentía bien al ser tratada como cualquier otra niña. No era más que una de las muchas primas pequeñas de Minh.

Así que tenerla en la mansión le daba un poco más de paz. Y algo especial para los ojos.

Al pensar en Minh, Yasmín se llevaba constantemente la mano al interior de los muslos. No era una sensación nueva, sino que se había reactivado con la adulta de nuevo cerca de ella.

«Es demasiado pronto para esto, Yas… Espera a que todas estén dormidas».

Pero sus palmas tenían otros planes, recorriendo constantemente su coño a través de los pants y las bragas. Su cara se puso roja mientras empezaba a quitárselos.

—¿Yas?

—¡Gah! —Se levantó a duras penas—. ¿Sí, Minh-Minh?

—Voy a preparar algo mientras estoy aquí. ¿Quieres algo en particular?

—Este… ¿Arroz y frijoles negros?

—Pareces insegura, así que le echaré un poquito más. —El tono de Minh era tan optimista como siempre, como si no hubiera estado gritando a Sofía en los últimos momentos—. ¿Me haces un favor, porfa?

—Sí.

—Lleva mis cosas al cuarto de huéspedes. —Abrió la puerta—. Muchas gracias.

Mirando a Minh de pies a cabeza, Yasmín notó cuántas capas de ropa de invierno se había quitado. A pesar de que la mansión estaba caliente, no era lo suficiente como para andar descalzo sobre los pisos. Al menos para la gente normal.

Pero ahí estaba Minh, mostrando sus dedos con pedicura como si estuviera en la playa, mientras las demás usaban pantuflas o calcetines. Yasmín se encontró mirando los pies de Minh más tiempo de lo normal. Hasta que Minh movió sus dedos rosas.

—Perdón —dijo Yasmín.

—¿Sigues contenta con lo bonitas que te dejé las uñas? —Minh hizo un puchero al ver los dedos de Yasmín. Pero lo que se suponía que era un gesto juguetón hizo que el corazón de Yasmín latiera con más fuerza.

—Sí. Gracias. —Yasmín pasó junto a ella a toda prisa—. Si quieres, yo… yo llevaré tus botas a tu cuarto también.

—No, no quiero que Sofí me mate por andar arrastrando lodo por aquí. Pero mis calcetines están enrollados en ellas, así que agárralos si puedes.

—¡Entendido!

«¿Qué demonios estoy haciendo?».

Subir el equipaje de Minh al cuarto de huéspedes fue un desafío en sí mismo, ya que no había ascensor en la mansión. Jazmín casi se lastima la espalda. Pero las pruebas y tribulaciones finalmente llevaron al éxito, y ahora iba camino a las botas de invierno de Minh.

Su conversación anterior sobre lo del fetiche de los pies todavía estaba fresca en su mente mientras sostenía las botas: cómo Sofía tenía un tipo atraído por sus pies descalzos, de todas las cosas.

Yasmín notó que Minh se sentía incómoda con la conversación, aunque seguramente era porque sonaba muy repugnante. Aparte de tener un amplio conocimiento de los pies, nada sorprendente para una estudiante destacada de la preparatoria, Minh no mostraba signos de sentirse atraída por ellos.

Pero después de pensar en la forma de mirar de Penélope cada vez más, la idea de que alguien se interesara por los pies se estaba convirtiendo lentamente en un pensamiento más frecuente en la mente de Yasmín. Sus palmas temblaban y sus rodillas se tambaleaban mientras finalmente dejaba caer las botas en el cuarto de huéspedes. Una vez dentro, cerró la puerta tras de sí.

—Vamos a intentarlo —murmuró. No hacía daño ver de qué se trataba todo el alboroto con los pies.

Oler sus propios pies no le haría ningún bien, pero los calcetines húmedos de Minh la hacían sentir curiosa. Levantó el izquierdo hacia su nariz y respiró hondo.

«Puaj… Es verdad que sus pies huelen a pura porquería en esta época del año».

Yasmín dejó caer el calcetín, estremeciéndose. Valió la pena intentarlo. Ahora que se dio cuenta de que el olor de los pies de Minh no le agradaba tanto, comenzó a organizar la habitación. Mientras tarareaba, le resultaba más sencillo no dar vueltas en círculos, repetir en voz alta escenas de cómics y olvidarse de sus tareas. Le llevó menos de quince minutos dejar el pequeño espacio cómodo para Minh.

—Ay, qué hambre tengo —gimió, recorriendo su vientre con las manos.

Justo cuando puso la mano en la manija de la puerta, miró hacia las botas de Minh. Sus ojos iban y venían entre la puerta y los zapatos.

«Intentalo de nuevo, Yas. Todavía queda el calcetín derecho».

Mientras presionaba la tela contra su nariz, llegó a la misma conclusión: apestaba. Pero esta vez el calcetín se quedó más tiempo en su cara, esparciendo su esencia asquerosa por unos veinte segundos. Cuando por fin lo iba a guardar, un impulso inesperado la obligó a traerlo de vuelta a su rostro para olerlo de nuevo. Entonces, para su asombro, hundió su nariz más profundamente en el calcetín, recibiendo un olor aún más potente.

«Uf, qué asco. ¿Quién diablos se viene oliendo calcetines mojados y mugrosos?».

Mientras reflexionaba sobre eso, siguió hurgando en la prenda.

Se imaginó a Minh entrando por la puerta, quitándose las botas de una patada y pidiéndole que hiciera algo inocente como masajearle los pies. Y con los calcetines puestos, el olor le llegaría a la nariz a Yasmín, obligándola a respirarlo. Pero lo haría por Minh. Haría lo que fuera por Minh-Minh.

Jadeó, tocándose los muslos de nuevo. Esta vez mordió el labio.

Quizás era simplemente el olor de Minh lo que le mojaba la concha. Metió los dedos fríos en los pantalones y dejó escapar un gemido.

Entonces llamaron a la puerta. Yasmín apenas sacó los dedos de sus pantalones cuando Sofía la abrió.

—Abajo. Comida.

Yasmín asintió, intentando cubrirse la cara. Antes de que pudiera pasar junto a Sofía, Sofía la agarró por el hombro.

—No quiero que armes un pancho ahí abajo. ¿Te quedó claro?

Yasmín rodó los ojos. En respuesta a eso, recibió una bofetada.

—No me cabrees más de lo que ya me has hecho hoy.

—Como tú digas. —El ardor de Yasmín persistía cuando llegó a la mesa del comedor donde Minh servía la cena para todas. Yasmín esperó para sentarse, tratando de hallar el lugar más cercano a Minh. Minh se sentó en la cabecera de la larga mesa, así que Yasmín se sentó a un lado de ella.

Y en el segundo en que Yasmín vio la comida entrar en los labios grandes de Minh, quedó hipnotizada.

—Pues bien —dijo Minh entre bocados—, estoy dispuesta a echarles la mano mientras tanto, Sofí.

—Gracias, pero no gracias.

—En serio te recomiendo que tomes mi oferta.

—¿Quieres que dependa de alguien más para mantenerme? —esputó Sofía.

—No sólo a ti. —Minh señaló a Yasmín, quien miraba con adoración a su prima mientras comía sus frijoles—. No me importaría cómo vivieras si ella no fuera un factor.

—Mamá y papá no tolerarían que dependiera del dinero de otra persona para…

—Eran inteligentes. O sea que entenderían que aceptes un poquito de ayuda cuando te ves en una situación inesperada, ¿sabes?

Mientras las dos discutían, afortunadamente sin gritar, los ojos de Yasmín se abrieron de par en par. Sintió el pie de Minh tocando el suyo bajo la mesa. Cuando ocurrió esto, Minh retiró rápidamente su pie. Pero la sensación fue suficiente para convertir el deseo de Yasmín en algo permanente durante la cena, una de la que sólo podría librarse a través del clímax. Desafortunadamente irse durante la cena era inaceptable en esta casa, y masturbarse en el baño no era lo ideal por muchas razones.

Así que se puso a pensar. Cruzó las piernas y flexionó los músculos pélvicos.

—Si no quieres que les ayude constantemente, está bien —dijo Minh, tragándose el arroz—. Pero eso significa que tomas mi oferta por hoy, fin de la discusión.

—¿Cuál oferta?

—Tres mil monedas.

—¿Tres mil? —Sofía encaró una ceja—. ¿Cómo una florería en Ciudad Toad puede ganar tanto dinero?

—Ahí las flores son algo grande. Además, sigo haciendo trabajo de jardinería, cultivo frutas, etcétera. Empecé lento, pero hasta ahora me ha ido bien. También ayuda que sea bien adorable.

—Bien egoísta, ¿no? —Sofía sonrió de lado—. Ay, Minh-Minh. La aceptaré, pero sólo porque te hará feliz.

—Pero mi condición extra es que lo tienes que gastar en… —Un sonido metálico la interrumpió—. ¿Yas?

—Perdón. —La mano de Yasmín estaba vacía; le faltaba la cuchara—. Con permiso.

Se agachó bajo la mesa y se puso de rodillas. Mientras gateaba para localizar la cuchara, vio que uno de los pies de Minh la empujaba hacia ella.

De cerca, sus dedos de los pies se veían deliciosamente regordetes. Parecía que había algo de verdad en lo que los adultos decían sobre el atractivo de los pies. Yasmín tomó lentamente la cuchara, pero al hacerlo, olfateó el pie de Minh. El almizcle penetró en sus fosas nasales, proporcionándole un aroma mucho más débil que el que ofrecían los calcetines, pero también más definido.

Era una mezcla peculiar que le hizo temblar los dedos. Y, al retroceder, golpeó el sombrero contra la mesa.

—Ya volví —dijo, sin siquiera lavar su cuchara antes de empezar a comer su arroz y frijoles—. Mmm…

Sus músculos pélvicos por sí solos podrían llevarla al clímax. Aunque necesitaría un poco más de estimulación para alcanzarlo.

Sintiéndose un poco más atrevida, Yasmín puso sus pies sobre los de Minh. Minh le lanzó una mirada, pero Yasmín no se movió. Se limitó a comer como si todo fuera normal. Aunque Minh intentó mover sus propios pies, los de Yasmín la siguieron, frotando lentamente sus plantas contra la parte superior de los de Minh. La respiración de Yasmín también se aceleró mientras se concentraba en alcanzar su clímax.

La expresión serena de Minh se mantuvo a pesar de su incomodidad ante el intento de Yasmín de hacer que sus pies bailasen juntos. Ésta era la mejor parte para Yasmín: ver que Minh parecía tan cómoda, como si le pareciera bien.

«Minh-Minh… Minh-Minh…», gimió en su mente.

Se retorció en la silla, deslizando su pie a lo largo del tobillo de Minh.

Cerró los ojos unos segundos y apretó los labios. Fue entonces cuando un poquito de líquido salió de su vagina, y un pequeño aullido escapó de sus labios.

Tanto Minh como Sofía la miraron preocupadas.

A medida que las bragas de Yasmín se manchaban con sus jugos, se sentía más pegajosa y, finalmente, más fría. Sólo cuando este frío se apoderó de ella, reanudó por fin la comida, lo que alivió un poco los pies de Minh.

—¿Estás bien? —preguntó Minh.

—¿Cómo? —Yasmín parpadeó rápidamente—. Sí, ¿por qué?

—¿Es normal que respires tan agitadamente durante la cena? No es que esta comida esté supercaliente.

—Es que estoy pensando mucho, Minh-Minh. —Momentos como éste hacían que Yasmín agradeciera no ser una niña normal. Le permitía salirse con la suya en algunos comportamientos que a otro niño le meterían en un buen lío.

Una vez en se pequeña cama, se quedó mirando una foto de Minh en su teléfono. Besó la pantalla lentamente, imaginando que su lengua pasaba por los labios de Minh.

—Puede que la escuela sea un infierno, pero al menos mañana podré encontrar algo dulce en casa.



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Nota del autor:
En una escala del uno al diez, ¿cuánto les asustan las fantasías incestuosas de Yasmín con Minh? Yo diría un siete. Un poco por encima de la media, porque se ve que quiere meter la lengua muy profundo en la boca de su prima. Como si quisiera saborear sus amígdalas.

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