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Rated: XGC · Book · Fanfiction · #2328963

Sigue la historia de la vida de esclava de Toadette, y ya tiene el fetiche por los pies.

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#1093287 added July 12, 2025 at 2:47pm
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Capítulo 100 - Explorando la cueva de Toadette
—¿Te pusiste eso antes de subir acá? —preguntó Toadette, arqueando una ceja.

—Quería ver si estabas lista para hacerlo antes de lo del sótano —jadeó él mientras continuaba acariciando la cabeza cubierta de su pene—. Me excita aún más que hayas tomado la iniciativa.

Saber que él había pensado en su seguridad encendió algo salvaje en Toadette. Atacó sus pies con renovado entusiasmo, enterrando la cara en su suavidad.

Los chupó con más fuerza de lo que jamás podría con los de Peach. Su dedo meñique se apretó en su boca, dejándola chupar el sudor de él como una bestia. Su lengua se aplanó contra la almohadilla de su pie, absorbiendo la salada transpiración.

—Dios mío, Toadette —gimió Toad, echando la cabeza hacia atrás.

—Amo tus pies —murmuró ella, con la voz amortiguada por el pie de él—. Son ricos. Demasiado ricos.

Esta simple confesión hizo que la erección de Toad creciese aún más.

Finalmente, con una gran lamida que viajó desde el talón hasta los dedos, Toadette liberó su pie. Jadeó desesperadamente sin importarle en lo más mínimo que su rostro apestase a pies de chico.

Toad se quitó los bóxers por completo, dejando todo su cuerpo a la vista de Toadette. Ella hizo lo mismo en respuesta. Se irguió con orgullo mientras mostraba su vello púbico rosado y su vulva chorreante.

—Hay algo que quiero hacer primero —dijo ella, trazando un dedo por su hendidura—, antes de que lleguemos al plato fuerte.

Toad puso las manos detrás de la espalda, cerrando los ojos con anticipación mientras esperaba el siguiente movimiento de Toadette. Dejó escapar un suspiro cuando sintió que dos objetos se envolvían alrededor de su miembro. Una paja era todo lo que él podría haber…

Ésas no eran sus manos.

Toadette había escogido la ruta poco ortodoxa. La presión rítmica se intensificó. Esa fuerza sólo podía pertenecer a sus poderosas piernas.

—Tú no te imaginas cuánto tiempo he soñado con esto —susurró ella. Incluso a través de la barrera de protección, la mera carnosidad de su verga la encendió. Lentamente deslizó sus pies arriba y abajo por su mango, forzando un gemido de sus labios. Él se aferró a las sábanas.

—Vas a hacer que mi verga apeste —gruñó él.

—Que apeste a los pies de Toadette es un honor absoluto.

Él odiaba que eso fuera tan cierto. Su rubor le cubrió el rostro mientras estaba completamente a merced de ella. Sus caderas comenzaron a moverse por sí solas, embistiendo instintivamente contra sus pies arqueados. Cada vez que su verga se presionaba a través del estrecho espacio, Toadette jadeaba y se estremecía. Era como un masaje extraño. Hizo una serie de ruiditos de besos para animarlo a seguir.

El agarre de ella se tensó de repente. Atrapó el glande de su verga entre sus dedos.

—¡Te tengo!

Antes de que pudiera emitir un sonido, ella aceleró. Un pie ancló la base de su pija, mientras el otro trabajaba con una energía frenética, dejando un rastro resbaladizo de sudor a su paso. Él finalmente abrió los ojos. La intensidad de su mirada le robó el aliento. Ella se movía de lado a lado, lamiéndose los labios.

Con un movimiento juguetón, se giró de lado, reanudando su footjob. Los movimientos se hicieron más torpes, pues su resbaladizo falo amenazaba con escapar de su agarre repetidamente. Después de casi varios fallos, juntó sus pies con fuerza, con la verga en el centro del impacto.

Toad apretó los dientes, inhalando con fuerza.

—¿Estás bien? ¿Te lastimé? —preguntó ella de manera dulce, con los dedos sudorosos descansando sobre su estómago. Miró hacia atrás por un segundo y cambió su expresión a una sonrisa astuta—. Ya sé que estás más que bien.

Y ella reanudó su asalto seductor. El corazón de Toad latía con fuerza contra su pecho. Estaba al borde de venirse. Justo cuando se preparaba para lo inevitable, Toadette abruptamente disminuyó su ritmo.

—Dame un segundo —gimió, frotándose furiosamente.

Pero Toad extendió un solo dedo del pie y lo presionó contra sus labios. La miró a los ojos.

—No quieres venirte todavía, Toadette —susurró él.

—Pues yo siento que sí. —Le tomó segundos dejar de mover su dedo alrededor de su clítoris—. Bueno, ¿y entonces cómo es que va a pasar esto?

—Me extraña que Minh nunca te haya contado —respondió él. La besó y la recostó suavemente—. Si te duele mucho, me dices, ¿sí?

Toadette respiró profundamente, liberando la tensión en sus músculos mientras asentía.

Ella tembló ligeramente mientras Toad la penetraba lentamente. La sensación era surrealista; su verga la estiraba de maneras que nunca había sentido. Continuó su romántica invasión hasta que sus huevos rozaron su piel, provocándole un escalofrío. Luego se inmovilizó, permitiéndole a ella ajustarse a las nuevas sensaciones.

—Joder… Estás apretadísima —gimió él, desplomándose sobre ella.

—Sabes que eso es sólo un mito, ¿verdad? —jadeó ella, apretando los dientes mientras su pene pulsaba dentro de ella.

—Claro que lo sé. —Soltó una risita traviesa. Sus ojos se fijaron en los de ella mientras le quitaba los lentes—. Es que estás hecha como un ángel.

La primera embestida despertó una profunda respuesta en Toadette. Ella le hundió los dedos en la piel; un quejido escapó de sus labios mientras él se movía dentro de ella. El ritmo se intensificó gradualmente. Las caderas de Toadette se movían torpemente para encontrarse con las de él mientras se movían juntos.

Mientras le acariciaba el cuello, Toad sintió una oleada de excitación. La vagina de Toadette lo apretó tan fuerte que casi lo expulsaba.

—¿Qué estás haciendo? No me vas a botar —gruñó él, quemándola con su aliento—. Quieres que te explore toda esa cueva de tesoros.

—Mmm… Jódeme… —Toadette cerró los ojos, mordiéndose el labio inferior—. Jódeme, Toady…

Entonces sintió algo en su pie. Abrió los ojos, y de repente sintió su cuerpo ardiendo en llamas. Toad tenía su pie derecho sobre su nariz, inhalando profundamente.

Tal vez el aroma de su pie no era algo que deseara, no como cada otro aspecto de ella. Pero mientras inhalaba ese aroma a queso rancio, le importaba un bledo lo que se suponía que debía desear. Quería verla hacer todas las expresiones faciales imaginables. Para su deleite, el rostro de Toadette pasó de un ceño fruncido, a una sonrisa, a una mirada de preocupación, y finalmente a una expresión como si tuviera veinticinco centímetros de puro placer dentro de su concha.

—Mmm… Hoy apestan, ¿eh? —Toad sonrió, metiendo su nariz entre sus dedos. Resopló como un cerdo. Ella los arrugó sobre él, forzando a que el sudor entrase en sus fosas nasales.

—¡Ay, Toady! —Toadette se agarró el sombrero—. ¡Sí, huele mis pies! ¡Dime qué tan apestosos están! ¡Dime, dime, dime!

—Pues huelen a queso —jadeó, haciendo sus resoplidos más exagerados—. A queso podrido. Si no supiera, diría que me estás castigando.

—¿Que te estoy castigando? —Con todas sus fuerzas, empujó sus piernas hacia adelante y restregó sus pies por toda su cara—. Esto es un regalo. Deberías estar feliz de oler las plantas de mis pies así.

Toad le agarró los tobillos, deteniendo sus embestidas. La miró fijamente.

—¿Quién dice que no lo estoy? —Presionó sus labios contra su pie, lamiendo el costado. Ver sus expresiones era una cosa, pero escuchar sus pequeños arrullos y sus ruiditos temblorosos le inyectaron una descarga de confianza. Mientras la lamía de arriba abajo, se hundió más profundo en ella, con un ritmo aún más acelerado. Ahora ella se acariciaba con los dedos mientras él la llenaba por completo.

Toadette miraba al vacío. Cada vez que escuchaba sus huevos golpeándola, podía jurar que estaba a punto de tener un orgasmo. La presión se acumulaba en su cuerpo, y su sensible clítoris temblaba bajo su dedo.

Después de haberle olido los pies por una eternidad, Toad los soltó. Sus manos recorrieron su cuerpo de arriba a abajo, a veces incluso haciéndole cosquillas a propósito. Esto le arrancó un grito lindo.

—¡No me dijiste que iba a hacerme cosquillas! —soltó entre risas. Cuando él intentó de nuevo, le apartó la mano con un golpe suave—. ¡No!

—Oye, no seas aguafiestas. —Sus dedos traviesos hallaron camino debajo de sus dedos del pie.

Toadette soltó una carcajada estruendosa. Un gemido ocasional se mezclaba con su risa, dibujando una sonrisa aún mayor en el rostro de Toad. En ese momento, Toadette era como un experimento científico. Tantas particularidades únicas en ella, todas esperando ser descubiertas. Dejó de hacerle cosquillas y, sin más, le propinó unas cuantas embestidas potentes. Una, dos, tres… Y luego aceleró el ritmo de nuevo.

—Toadette —gimió, apretando uno de sus senos—. Mmm… Toadette… Me vengo…

Toadette soltó un jadeo. Su concha tembló como un terremoto, cada espasmo de la verga de Toad alcanzando todos sus puntos sensibles. Él susurró su nombre repetidamente, continuando con las caricias en sus tetas mientras su sudor goteaba sobre ella. Once chorros, seguidos de unos cuantos más pequeños, dejaron a Toad seco.

Mientras la avalancha de su orgasmo nublaba su mente, ya planeaba darle a Toadette un tratamiento especial. Después de todo, por su experiencia, sabía que las chicas casi nunca llegaban al orgasmo solo con la penetración.

Pero las caderas de Toadette aún se movían con fuerza. Sus pies se encontraron de nuevo frente al rostro de Toad, golpeándolo una y otra vez.

—¡No pares todavía! —demandó ella, con la voz entrecortada—. ¡Sigue oliéndolos! ¡Huélelos como si te fuera la vida en ello, Toady!

Él no dudó. Decidido a hacerla llegar al clímax, enterró la nariz profundamente bajo sus dedos de pie olorosos. Cuatro olfateadas largas y profundas hicieron que la cuca de Toadette se contrajera a su alrededor. Sus paredes se tensaron, pulsando en una larga ola. Cuanto más Toad olía sus pies, más rápido movía los deditos.

Y él sabía que esos deditos moviéndose significaban que estaba en éxtasis.

Entonces las cosas se calmaron. El ambiente había pasado de increíblemente sensual a incómodo, mientras Toad sacaba la verga de Toadette y se daba cuenta de que ambos olían única y exclusivamente a puro pie. Incluso Toadette parecía un poco asqueada consigo misma, algo que sorprendió a Toad.

Sin embargo, una pequeña sonrisa asomó a su rostro. Se incorporó y le dio un beso en la boca.

—Te encantó ese olor, ¿eh?

—Me encantó hacerte feliz —dijo él, recuperando su actitud más dura—. Pero que no se te suba a la cabeza.

—Mmm… —Deslizó sus dedos por el pie de él—. A mí me da igual. Lo vamos a volver a hacer, y me voy a asegurar de que mis piececitos huelan aún peor.

—Rezo para que se te olvide, cochinita.

Después de limpiar un poco—Toadette no tenía ni idea de lo mucho que el sexo podía ensuciar la cama—, Toadette se dejó caer entre las sábanas, vistiendo solo su camiseta holgada. Pronto él se unió. Toad usaba su teléfono, mientras ella lo atacaba por debajo de las sábanas con sus pies.

—Voy a estar en Ciudad Champiñón a partir de mañana —le dijo a ella—. Tesoro, igual que en la isla.

—Si tengo que volarme hasta allá…

—No tendrás que hacerlo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? —Al verla hacer un mohín, le acarició la cabeza—. Es una ciudad grande y concurrida. Si algo ocurre, alguien me hallará.

—Vivo. Te quiero de vuelta en casa.

—¿Para que me chupes los dedos?

— No te hagas que mueres por mamar estas tetas toda la noche —cantó—. Si te queda tiempo, ¿le das un saludito a mi mamá y a TD de mi parte, pues?

—Tu mamá me mata si se entera de esto.

—No es mi dueña. Mira, sé cómo a los chicos les gusta alardear de estas cosas —dijo, bostezando—. Si la gente me sale con el chisme de que por fin me la metiste, te toca tomarte un jugo sudoroso sacado de mis zapatos bajos.

—Vamos, ¿de verdad parezco tan tonto? —se rió entre dientes, tecleando rápido.

En el centro de Ciudad Toad, Minh abrió los ojos como platos. Casi se le cae el teléfono por las escaleras de su tienda.

—Jeje, sí, borra todos esos mensajes —se rió, haciendo lo mismo por su parte. Luego empezó a bailar—. ¡Por fin desfloraron a Toadette! ¡Yuju! ¡Sólo te tomó diecinueve años, amiga!

***


A la mañana siguiente, la luz del sol se colaba por la ventana, tiñendo el rostro de Toad de un suave naranja. Toadette lo observaba, su propio rostro a sólo centímetros, sintiendo el suave aliento de él contra sus labios. Sonrió. El reloj marcaba las 6:49. Era hora de que él despertara pronto y de que ella atendiese sus deberes con la princesa.

—Ojalá pudiera despedirte. —Inclinándose, le plantó un besito suave en la mejilla—. Nos vemos.

Lo que ella no sabía era que su destino, Ciudad Champiñón, albergaba una amenaza mucho mayor que la anterior.

En el corazón de la ciudad, cuatro jóvenes se movían por las calles casi desiertas, sin hacer el más mínimo esfuerzo por ocultar sus identidades. Una de ellas, una chica de cabello plateado y labios tan carnosos que parecían de chicle, tenía la mirada fija en un conjunto de edificios a la distancia.

Separado de la ciudad principal por un esbelto puente, un imponente complejo de cuatro estructuras de colores —rojo, azul, amarillo y verde— dominaba el horizonte. Un mar de gente entraba y salía de ellas constantemente. Era la Ciudad Bloque.

—Miren, por lo menos este sitio lo tienen mejor defendido que el castillo —comentó 13-Amp, apartándose el pelo de los ojos con un soplido—. Estoy viendo guardias con armas de verdad.

—¿De verdad crees que se atrevan a usarlas? —preguntó 9-Volt.

—Pa’ mí que hay buena posibilidad.

—¡Ja! Ni que nos fueran a hacer nada —presumió 18-Volt, flexionando un bíceps que tensaba la tela de su suéter de cuello alto—. Oye, ¿y qué era lo que buscábamos?

—Pero ¿en serio te quedaste dormido? —13-Amp se dio la vuelta—. ¿De verdad que ustedes no saben?

—Yo sé. —Kat levantó la mano—. Estamos buscando los planes de defensa del reino.

—¡Eso! ¡Qué lista eres, Kat! —13-Amp señaló el vibrante complejo—. Esa Ciudad Bloque ahí está pidiendo que le caigamos encima. Planes de defensa, objetos especiales que casi no se ven en ningún lado… Nos los vamos a embolsar toditos.

Mientras le echaba un ojo al objetivo, a 13-Amp le entró una confianza grande. ¿Entrar y salir de aquí? Pan comido. ¿Resistencia? Seguro que habría, pero ni de chiste iban a poder con ella. Aun así, su sonrisa se borró por un instante cuando le vino a la mente la imagen de Toadette. ¿Qué probabilidad había de que estuviera en Ciudad Champiñón justo el día del ataque?

Cero, concluyó. Y aunque Toadette estuviera aquí, serían cuatro contra una. Es más, si se diera el caso, 13-Amp podía derrotarla sola si fuera necesario.

—Hablando claro, hace rato que se lo andan buscando —dijo 18-Volt, ajustándose las gafas.

—Siempre queriendo meterse y decirnos qué puede hacer Wario por nosotros y qué no —agregó 9-Volt—. O sea, si no quieren que vivamos como queremos, ¿por qué somos parte de este reino?

—Este ataque no va a cambiar eso, no por ahora —dijo 13-Amp, dejándose caer en una banca cercana—. Pero vamos a dejar a Peach en una desventaja cabrona. Con Wario consiguiendo esas estrellas, podremos vivir como siempre quisimos… Se acabaron los almuerzos de porquería de la escuela. Se acabó el matarnos pa’ sobrevivir.

—Suena muy gacho si eres del reino principal —murmuró Kat.

—Así es la vida, nena. —13-Amp señaló al suelo—. Alguien tiene que estar abajo, y créeme que no vamos a ser nosotros.

—Tiene razón. —9-Volt le dio un empujoncito a Kat en el hombro—. Ciudad Diamante ya está más genial que el reino principal. Nos vamos a hacer bien famosos por ayudar a que sea aún más chévere.

—¿Los verdaderos héroes del Reino Champiñón? —Kat sonrió.

—Así mismo es —dijo 18-Volt, subiendo a los dos a sus hombros—. A lo mejor hacemos a Ciudad Diamante tan perfecta que le cambian el nombre al reino entero a Reino Diamante.

—O Wario Land —añadió 9-Volt—. Cualquiera de los dos funciona.

—Y yo que pensaba que Ámpland sería decente. —13-Amp sacó un cigarrillo y un encendedor. La llama brilló intensamente en la tormenta de nieve—. Oigan, si Mona y los demás no consiguen las dos estrellas, vamos a tener que pelear con los matones de Peach el doble de duro.

—Con lo buena que es Ana, no hay de qué preocuparse —aseguró Kat—. Seguro sigue enojada por esa tipa, Toadette, que nos hizo sufrir con sus… Ay, sus patas asquerosas.

—¿Cómo? —13-Amp levantó una ceja—. ¿Sus patas?

—Sí, ella y esa gorda nos sujetaron y nos obligaron a oler su peste. Ana se desmayó. Yo me defendí, pero luego…

13-Amp estalló en risas. Kat se puso rojísima.

—¿Me estás diciendo que no se pudieron teletransportar y ya? —preguntó 13-Amp, lanzando lo que quedaba del cigarrillo a la nieve—. ¿O es que estaban disfrutando ese olor?

—¡Puaj! ¡Qué asco! —exclamó Kat, retrocediendo.

—A mí ni de chiste me agarra una tipa así. —13-Amp se quitó las botas, que cayeron con un golpe seco sobre la nieve. Flexionó los pies, cubiertos por unas medias violetas y sucias, y suspiró con drama—. Si esa tal Toadette se aparece, no quiero que te ablandes por unas simples patas. Huéleme las medias.

—¡No! —Kat no paraba de negar con la cabeza.

—Si estos bobos todavía no se han muerto de tanto que ando descalza —dijo, señalando a 9-Volt y 18-Volt—, tú también vas a estar bien. Dale.

Kat, tragando en seco, se acercó el calcetín de 13-Amp a la nariz. Al instante sintió una arcada por la sensación de la tela húmeda sobre sus labios.

Pero ojalá todo hubiera acabado ahí. El hedor penetrante era una niebla espesa que le invadió las fosas nasales incluso antes de inhalar. Le aguó los ojos. Luego su nariz empezó a picar. Al tomar la primera bocanada de aire, se quedó pálida. Jamás se imaginó tener la cara aplastada contra un pez podrido, pero ahí estaba, llenándose los pulmones de esa esencia salada y nauseabunda. Y por si el aroma a pez fuera poco, podía percibir un toque de queso por la zona del dedo gordo. Ese tufo fermentado era tan denso que podía saborear su acidez en la lengua.

Todo este olor infernal, y 13-Amp ni siquiera se había quitado el calcetín.

—Chiquita, huélelo con ganas o te irá peor —amenazó 13-Amp, cerrando los dedos sobre la nariz de Kat—. Que sientas bien la peste.

—No puedo respirar…

—Claro que puedes. Lo que pasa es que no lo haces. —13-Amp sonrió—. Vamos. Una ninja fuerte no puede caer noqueada por mis deditos.

Cuando 13-Amp apretó más fuerte, la presión forzó una oleada de hedor directo a los pulmones de Kat. Los ojos de Kat se desorbitaron. Empezó a temblar, sintiendo algo que le subía por la garganta. Mientras el mundo le daba vueltas, sintió que los músculos le fallaban. Su cuerpo se puso rígido por un instante y luego se desplomó.

—¡La mataste! —soltó 18-Volt, boquiabierto.

—Dios, que alguien la despierte. —13-Amp se incorporó, poniéndose las botas de nuevo—. Kat podría desmayarse en el gran día, así que estén listos para cubrirla, ¿oyeron?

—Entendido —dijeron los chicos al unísono.

13-Amp sonrió con suficiencia. Su parte del plan estaba montada, igual que la de Mona. Ahora sólo faltaba ver qué habían tramado los Scapelli para Villa Preciosa. Y si las cosas se ponían feas en Ciudad Champiñón, su equipo podía usar a esa familia como protección extra. Este plan estaba listo para tener éxito en todos los aspectos.

Ojalá que Toadette y sus amigos gozaran su semana. Necesitarían toda la buena vibra del mundo antes de que lo mejor de Ciudad Diamante desatara el infierno en el Reino Champiñón.

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Nota del autor:
¿No te gustaría estar en el lugar de Toad, oliéndole los pies a Toadette mientras tus huevos golpean su piel? ¿O preferirías estar en la posición de Toadette, siendo jodido mientras te chupan los pies? Éste fue un capítulo difícil de escribir, pero me satisfizo mucho que finalmente tuviera sexo después de cien capítulos. Además, ¡lo logramos! ¡Hemos llegado a los cientos! No obstante, esta historia aún está lejos de terminar. Les doy las gracias especiales a todos los que nos han acompañado desde el principio.

Disfruten mientras dure, porque la próxima semana… Otro Festival de las Estrellas, eso es todo lo que voy a decirles.


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